“La inmensa curiosidad por el mundo que siempre tuvo Leonardo y que fue el motor de su trabajo” Stefano Sannino, Embajador de Italia
Hoy Stefano Sannino, Embajador de Italia, nos habla de Los Rostros del Genio.
Más allá de todo lo que los grandes expertos sobre Da Vinci han escrito, hay algo que siempre me ha llamado mucho la atención al observar con detenimiento sus obras: la inmensa curiosidad por el mundo que el artista toscano siempre tuvo y que fue el motor de su trabajo. Leonardo heredó el espíritu del Humanismo, que fue la antesala de ese Renacimiento italiano que deslumbró y sigue deslumbrando. El hombre se sitúa en el centro del Universo y se transforma en el actor principal de este escenario. Las ciencias empiezan a ganar terreno sobre la religión y con Leonardo el arte se une a la ciencia, con el objetivo de demostrar todo lo que el hombre sería capaz de hacer.
Buscando interpretar la realidad en el sendero del arte, Leonardo de alguna manera busca también imaginar cómo sería la evolución del ser humano. Durante veinte años estudió el vuelo de los pájaros tratando de que el hombre volase, e hizo centenares de dibujos del hombre que, tarde o temprano, según él, sí que volaría. El ser humano como dueño de su destino.
Creo que es justamente ésa la herencia más tangible de Leonardo y la esencia de la exposición “Los rostros del genio”, lo que más nos puede ayudar a interpretar el mundo: la curiosidad y la apertura a lo nuevo y a la pluralidad de su realidad. Vivimos en un tiempo en el que todos queremos respuestas rápidas a todo. Pero, a pesar de esa velocidad, necesitamos tiempo para la reflexión, para la comprensión del otro, para el diálogo. Quizá la búsqueda de la armonía, tan presente en la obra de Leonardo, pueda ser una clase de brújula para encontrar ese equilibrio tan necesario.